Envío gratis superando los $100.000
Desconectados es un juego de mesa hecho para compartir. No importa con quién lo juegues, una amiga, tu pareja, tu familia, o incluso un grupo de personas que recién conocés: siempre va a pasar algo. Porque el objetivo no es ganar ni competir, sino descubrir. Charlar. Reírse. Escucharse. Y volver a mirar al otro con curiosidad.
A diferencia de otros juegos para previas tradicionales, este apunta a otra cosa. Su magia está en las preguntas que propone y en cómo, sin darte cuenta, vas pasando de la risa a lo profundo. O de una anécdota graciosa a una confesión inesperada.
Lo interesante es que no necesitás tener un día ideal para jugarlo. Podés estar agotado, distraído o con la cabeza en otra cosa. El juego se encarga de traer al centro lo que está más escondido. Y muchas veces, también lo que más necesitamos compartir.
Es simple. Elegís una carta y respondés. Eso es todo. Pero lo que pasa después de leer esa pregunta… bueno, eso depende del momento, del vínculo, y de cuán dispuesto estés a abrirte.
Las cartas están divididas en cuatro secciones, cada una pensada para activar diferentes emociones y tipos de conversación:
También hay cartas en blanco para que vos puedas sumar lo que querés preguntar. Porque no hay nadie mejor que vos para saber qué tema querés abrir.
Vivimos hiperconectados, pero a veces nos sentimos solos o poco escuchados. Este juego para jugar en familia o con amigos funciona como una pausa consciente, una oportunidad para conversar sin distracciones, sin interrupciones. Solo vos, el otro, y lo que sucede en ese intercambio.
Muchas personas lo suman a sus encuentros no solo por lo que se habla, sino por lo que cambia después. Porque cuando se habilita la palabra, también se habilita el vínculo. Eso lo vuelve único entre los juegos para jugar con amigos, pero también como herramienta en espacios de confianza, talleres o terapias grupales.
$41.000,00
Desconectados es un juego de mesa hecho para compartir. No importa con quién lo juegues, una amiga, tu pareja, tu familia, o incluso un grupo de personas que recién conocés: siempre va a pasar algo. Porque el objetivo no es ganar ni competir, sino descubrir. Charlar. Reírse. Escucharse. Y volver a mirar al otro con curiosidad.
A diferencia de otros juegos para previas tradicionales, este apunta a otra cosa. Su magia está en las preguntas que propone y en cómo, sin darte cuenta, vas pasando de la risa a lo profundo. O de una anécdota graciosa a una confesión inesperada.
Lo interesante es que no necesitás tener un día ideal para jugarlo. Podés estar agotado, distraído o con la cabeza en otra cosa. El juego se encarga de traer al centro lo que está más escondido. Y muchas veces, también lo que más necesitamos compartir.
Es simple. Elegís una carta y respondés. Eso es todo. Pero lo que pasa después de leer esa pregunta… bueno, eso depende del momento, del vínculo, y de cuán dispuesto estés a abrirte.
Las cartas están divididas en cuatro secciones, cada una pensada para activar diferentes emociones y tipos de conversación:
También hay cartas en blanco para que vos puedas sumar lo que querés preguntar. Porque no hay nadie mejor que vos para saber qué tema querés abrir.
Vivimos hiperconectados, pero a veces nos sentimos solos o poco escuchados. Este juego para jugar en familia o con amigos funciona como una pausa consciente, una oportunidad para conversar sin distracciones, sin interrupciones. Solo vos, el otro, y lo que sucede en ese intercambio.
Muchas personas lo suman a sus encuentros no solo por lo que se habla, sino por lo que cambia después. Porque cuando se habilita la palabra, también se habilita el vínculo. Eso lo vuelve único entre los juegos para jugar con amigos, pero también como herramienta en espacios de confianza, talleres o terapias grupales.